miércoles, 30 de diciembre de 2009

Un propósito; coger la estrella

En estos días en los que la gente comienza a hablar de propósitos, nuevas propuestas e intenciones, yo rememoro casi por casualidad una poesía que de pequeña recité en el colegio junto con otros compañeros de clases. "En el naranjo está la estrella, a ver quién puede cogerla". Tan simple, y tan bella. Con el tiempo descubrí que era de Juan Ramón Jiménez.
Es curioso, pero siempre recordaré esa poesía... Ojalá las grandes cosas nunca se olviden... Ojalá pueda coger la estrella algún día...

La estrella venida
En el naranjo está la estrella
¡A ver quién puede cogerla!
¡Pronto, venid con las perlas,
traed las redes de seda!
En el tejado está la estrella
¡A ver quién puede cogerla!
¡Oh, qué olor a primavera
su pomo de luz eterna!
En los ojos está la estrella
¡A ver quién puede cogerla!
¡Por el aire, por la yerba!
¡Cuidado, que no se pierda!
¡En el amor está la estrella!
¡A ver quién puede cogerla!
Juan Ramón Jiménez
Feliz 2010

martes, 22 de diciembre de 2009

¿Qué haría si le tocara el Gordo?


- ¿Si me tocara el qué? Ah sí, sí, el Gordo, es decir, aquello de "abundantes carnes" según la RAE...

Pues... no sé... a ver... déjeme que lo piense...


- ¿Ya?


- ¡No! ehh, bueno sí... ya sé lo que haría...


- ¿Y bien?


- Francamente no hablo de sueños e ilusiones... ¿Y usted?


sábado, 19 de diciembre de 2009

Cuando eres niño

"Las personas grandes aman las cifras. Cuando les habláis de un nuevo amigo, no os interrogan jamás sobre los esencial. Jamás os dicen: '¿Cómo es el timbre de su voz? ¿Cuáles son los juegos que prefiere? ¿Colecciona mariposas?'. En cambio, os preguntan: '¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos son? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?'. Sólo entonces creen conocerle. Si decís a las personas grandes: 'He visto una hermosa casa de ladrillos rojos con geranios en las ventanas y palomas en el techo...', no acertarán a imaginarse la casa. Es necesario decirles: 'He visto una casa de cien mil francos'. Entonces exclaman: '¡Qué hermosa es!'".
El Principito, Antonie de Saint-Exupéry (p.19-20)

martes, 25 de agosto de 2009

"Es precisamente la posibilidad de realizar un sueño lo que hace que la vida sea interesante", reflexionó mientras volvía a mirar el cielo y apretaba el paso.

(El alquimista, Paulo Cohelo, p. 24)

miércoles, 12 de agosto de 2009

"Mi hijo sale por la radio"


El otro día un gran periodista de cuyo nombre no quiero acordarme nos dedicó a todos los que en esos momentos escuchábamos la radio unas majustuosas palabras de amor y respeto a una profesión hoy tan desvalorada como es la del periodismo. Servían sus últimas líneas para concluir y echar el cierre a una temporada en la que a través de la radio ha podido expresar su opinión acerca de lo que en Sevilla pasaba. En septiembre posiblemente lo podremos volver a escuchar, pero justo el otro día, cuando tenía que despedirse de sus oyentes hasta la vuelta del verano, aprovechaba su último comentario para escribir todo un relato de amor al periodismo.
Terminaba su adiós contando una entrañable anécdota. El periodista contaba que su mayor interés estaba en que en septiembre y en los tiempos que siguieran su madre pudiera seguir diciendo a sus allegados eso de "mi hijo sale por la radio". Un gesto que, además del amor materno, denotaba un atisbo de que aún queda gente que cree en el periodismo y en la capacidad de sus profesionales.
Pero no es fácil. La precariedad laboral a la que, desgraciadamente, muchos periodistas se ven sometidos se está convirtiendo en una tónica habitual de la que nadie se sorprende. Los nuevos profesionales de la información que salen recién estrenados de las facultades de periodismo llevan ya asumido que su futuro puede ser desolador y que lo máximo que aspiran a cobrar por trabajar horas y horas son unos escasos mil euros -que ya quisiéramos muchos-. Antonio López Hidalgo en su libro El periodista en su soledad refleja muy bien esta situación cuando dice que "los periodistas también tenemos un precio. Un precio que, afortunadamente, supera el euro al mes, pero que apenas nos ayuda a cruzar desahogadamente el ecuador de esos treinta días que a veces se nos hacen interminables".